El pasado 02 de agosto de 2019 se hizo efectiva la renuncia del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló. Esto luego de dos semanas de presiones de un movimiento social-musical sin precedentes, que logró finalmente la salida del gobernador.
Recordemos que previo a su renuncia, un juez federal acusó a contratistas y ex funcionarios del Gobierno de Rosselló de conspiración por fraude, robo y lavado de dinero entre otros delitos, lo que culminó en el arresto de altas figuras de su gobierno. A esta grave situación, le siguió la filtración de 899 páginas de chats de Telegram, reveladas por el Centro de Periodismo Investigativo, donde se exhibían conversaciones con tintes misóginos, homofóbicos y clasistas entre Rosselló y Secretarios de su gobierno.
Vale la pena señalar que durante estos acontecimientos, Ricardo Rosselló se encontraba de vacaciones fuera de la isla, y su Secretario de Asuntos Públicos declaró que el gobernador no interrumpiría sus vacaciones por estos acontecimientos. Fue por un emplazamiento del Presidente del Senado que tuvo que volver antes de tiempo. El gobernador de Puerto Rico comenzó abordando esta crisis política tan delicada con el pie izquierdo, restando importancia a los efectos colaterales que estaban por emerger.
Luego de este desafortunado inicio, viene una disculpa gris del gobernador, donde justifica que lo cometido con los chats “no era un delito, sino algo inapropiado”, seguido de la renuncia de algunos miembros cercanos de su gabinete, acentuando así una crisis de liderazgo y una avalancha de repudio por parte de los propios miembros de su partido, del partido opositor, de miembros del Congreso y por supuesto de la ciudadanía.
Tras la indignación y malestar que ha generado esta serie de malos manejos de la crisis política que se desató en Puerto Rico, la sucesión de Rosselló es hoy el centro del debate y sigue generando incertidumbre. En un grave error de cálculo político, Rosselló dejó como su sucesor a Pedro Pierluisi, un personaje antagónico por haber sido consultor de la polémica Junta de Supervisión Fiscal del país.
El 07 de agosto el Tribunal Supremo de Puerto Rico anunció la inconstitucionalidad de Pierluisi como gobernador de Puerto Rico, por lo que tuvo que dejar el cargo. En este nuevo escenario, es la también polémica Secretaria de Justicia, Wanda Vázquez quien sigue en la línea de sucesión para ostentar el cargo de gobernadora. Sin embargo, ella ha declarado en varias ocasiones no tener interés en el puesto, por lo que se asume tiene previsto renunciar y dejar en la Secretaría de Estado a Jennifer González, quien en caso de ser refrendada por el Congreso, sería quien finalmente quede como la nueva gobernadora.
El vacío de poder y la gran incertidumbre que hoy prevalecen tras la renuncia de Ricardo Rosselló en Puerto Rico, son tan solo el inicio de un arduo y largo proceso del gobierno y la ciudadanía para recuperar todo lo que en las últimas décadas ha venido generando un enorme malestar. Las nuevas figuras políticas que asuman las agendas y exigencias ciudadanas y se legitimen mediante propuestas serias que respondan a las principales necesidades económicas, políticas y sociales de la isla, serán quienes al fin den algo de luz para lograr el cambio político de fondo que requiere Puerto Rico.
Gladys Pérez Martínez, politóloga
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