La dinámica de una elección presidencial es muy distinta a la de una estatal o municipal. Y si bien la tendencia ha sido homogeneizar las fechas mediante elecciones concurrentes, los niveles de participación siguen siendo muy dispares: por ejemplo, una elección legislativa usualmente tiene altos niveles de abstención, a diferencia de una para elegir al ejecutivo.
Lo anterior implica que la organización interna de cada campaña es variada, según su objetivo electoral. En una elección presidencial usualmente están definidos cargos como el coordinador general de campaña, los estrategas de aire, tierra y digital, o el coordinador de jóvenes, por mencionar algunos, mientras que el equipo de una candidatura para legislador local hace de todo un poco.
A pesar de las diferencias, existe una constante: los jóvenes en campaña. Considerar a este sector se ha vuelto más rutina que necesidad. Como varios elementos de las campañas políticas, los equipos replican acciones que han visto en otros lugares porque “es lo que todo mundo hace”, sin detenerse a reflexionar si tienen sentido, o cómo adaptarlas a su contexto.
Lo más usual es que los jóvenes se encarguen del trabajo en tierra (el más cansado) y de las redes sociales. Es típico que quienes entregan volantes, los que se paran en los cruceros bajo el ardiente sol o aquellos que agitan banderas en la vía pública, sean jóvenes entre 16 y 25 años. Y en redes sociales son encargados de crear cuentas falsas de apoyo a los candidatos, en especial durante los debates.
Los jóvenes son la “carne de cañon” de las campañas políticas; han sido desvalorizados y se les delegan las actividades más extenuantes, con frecuencia las menos relevantes, y se les trata como seres acríticos que pueden manejar a su antojo.
Lo curioso del asunto es que todos “quieren conectar con los jóvenes”, pero nadie los toma verdaderamente en cuenta. ¿Qué entusiasmo puede transmitir un simpatizante que lleva cuatro horas caminando de la banqueta al asfalto, ida y regreso, cargando una enorme manta de su candidato?, ¿a quién podrán convencer en sus recorridos por tierra, si ni ellos han conocido a su líder cara a cara?
Los jóvenes son la parte visible de la campaña cuando hacen los recorridos por las colonias, y si ellos no están convencidos al cien por ciento de su opción para votar, ni siquiera lograrán pasar del saludo y de un portazo en su cara.
Los candidatos y sus equipos deben entender que los jóvenes de este siglo (y de siempre) buscan causas que defender, personas en quienes creer, activismo que realizar. Empequeñecer sus labores a simples copy-paste, o como postes humanos de calle, es no entender el potencial que tienen enfrente.
Jorge Parada
Consultor Jr. en Acciones Estratégicas