No quería contar esta historia tan personal sin empezar a explicar cómo nació la idea de FACULTAD.
No se puede hablar de Facultad sin Bocetos Marketing.
Nunca imaginé que después de haber recorrido el malecón de Miraflores en Lima —donde tuve la epifanía de dedicarme por completo al Marketing Digital— he llegado a un punto en que siento que he logrado algo, pero, al mismo tiempo, tengo la certeza de que aún me falta mucho por hacer.
Desde aquella tarde calurosa de abril en Perú he publicado seis libros sobre Marketing Digital.
Este año, 2020, cumpliré DIEZ años de dedicarme por entero al Marketing Digital y 19 años de graduado como ingeniero en Marketing. Mi gusto por lo digital nació cuando manejaba un observatorio ciudadano en mi natal Ecuador. No teníamos dinero para las campañas ATL, por lo que tuvimos que volvernos expertos en el área digital.
Mi función como director consistía en difundir el pensamiento y las causas del observatorio. Era Community Manager, Trafficker, Content, Analista Digital. El movimiento se expandió hasta hacerse internacional y tener 30 miembros. Nuestra única fuente de difusión fue lo digital. Comprendí la revolución en la que vivíamos.
Después de la experiencia de fundar dos ONG’s, tuve la idea de crear un movimiento político basado en los derechos humanos. Quería ser candidato a algo, pero por mi nula experiencia en política supuse que lo mejor era estudiar. Encontré la Universidad Camilo José Cela. Inicié mi masterado en Asesoría de Imagen y Consultoría Política.
No imaginé que esa decisión transformaría mi vida.
El año 2015 fue extraño, lo inicié con una operación delicada de rodilla, luego vino el cierre del área que coordinaba en una empresa de Coca-Cola, después tuve mi revelación en Lima y, finalmente, la debacle. Estuve a punto de no viajar a España por problemas con mi visa. Tan a punto que había escrito una carta de disculpa por no asistir a la ceremonia. La visa me llegó la misma semana que me tocaba viajar.
Había planificado quedarme una temporada en Europa, recorrer países que no había conocido en mi primer viaje y que, por supuesto, ahora los había incluido en mi itinerario. Durante las tres semanas de término del máster conocí a mi actual esposa, una hermosa tapatía de ojos grandes, cejas tupidas, pestañas rizadas y cabello negro.
Me había enamorado.
Terminé mi road trip por Europa, regresé a Ecuador, estuve 10 días y decidí mudarme a Guadalajara. Con los ahorros de toda mi vida abrí Bocetos Marketing, esta empresa que había fundado y prometía ser la primera agencia digital enfocada en campañas electorales y administración pública.
Fueron seis meses en los que vi cómo mi dinero se agotó. Me quedaban tan sólo cinco mil pesos en el banco, el equivalente a 250 dólares. Debía pagar la renta esa quincena, así que sólo tenía mil pesos para sobrevivir.
Estaba haciendo una lista de restaurantes donde trabajar como mesero. Los días pasaban y veía cómo se evaporaban mis últimos ahorros. A una semana de que me quedara sin nada, tuve un acercamiento con Dotmedia (agencia en la que fui director de marketing digital durante dos años), luego otro y otro más, hasta que decidí que este trabajo sería un bonito lugar para abandonar mis sueños de ser mi propio jefe y comenzar un nuevo rumbo, pero ahora como empleado.
Para ese entonces ya había tenido dos empresas y había fracasado en otras dos aventuras comerciales.
No me equivoqué al tomar esta decisión de dejar a un lado mis sueños, suspenderlos por unos momentos y enfocarme en dirigir un departamento.
Aprendí con Bocetos Marketing a definir quién es mi Buyer Persona. También aprendí a conocer a quién le vas a vender. Yo había previsto que mi target eran los políticos. Luego de seis meses me di cuenta que los políticos no son el target.
La dinámica es compleja. Intentar ingresar a un círculo tan cerrado como un desconocido y que te suelten información privilegiada en el mundo político no es un reto… es imposible. La política digital está llena de Sobrinity Managers. Gente con poca o nula experiencia que necesita profesionalizarse.
Bocetos me enseñó a no encariñarme con los proyectos, ya que, si hubiera sido más perceptivo con el entorno, probablemente hubiese dado un giro mucho antes.
Aprendí que un proyecto debe tener productos que se vendan. Que hay iniciativas que debes realizar Pro-Bono para obtener tus primeros casos de éxito. Que siempre un socio local es la mejor guía para manejarte en el medio.
Lo mejor que aprendí es a nunca perder las esperanzas. Mil pesos fueron la diferencia entre ser mesero y convertirme en lo que soy ahora.
Hoy Facultad tiene sede en cinco países y emplea aproximadamente 20 personas que son de siete nacionalidades diferentes.
Al final de todo este camino he aprendido muchas cosas y, también, he formado un equipo excepcional. Ahora, estamos listos para revolucionar el medio nuevamente abriendo las puertas de nuestra Agencia. Hemos formado un programa para un curso impartido por los expertos en campaña que integran FACULTAD. Te invito a que apartes tu lugar y te beneficies del fruto de tantos años de andanzas. Haz click aquí.
Abrazos Digitales,
Andrés Elías