En el ambiente de la consultoría política es bien sabido que conceptos como Marketing Político o Imagen Política son mal vistos entre el público en general. También, quienes nos dedicamos a la asesoría en esta área, nos enfrentamos a críticas, disgustos o “malas caras” cuando nos preguntan en qué trabajamos.
Debido a que la política tiene un gran desprestigio, todo en torno a ella sufre la misma consecuencia. Como dice una de las máximas en Imagen Pública: “la imagen de la institución permea en sus miembros”. Por ello, el Marketing Político carga con prejuicios, en su mayoría negativos. De hecho, estos prejuicios han evolucionado y casi cobrado una dinámica propia que los ha convertido en mitos.
El mito más común es que se piensa que el Marketing Político manipula a las personas para que crean o actúen de cierta manera. Se llega a pensar que son técnicas cuasi mágicas, muy bien pensadas, que pueden introducirse en la mente inconsciente de los electores sin que siquiera se den cuenta.
¿Es verdad?, ¿existe tal cosa como la publicidad subliminal aplicada a política? Bueno, existen dos antecedentes famosos: el libro “Seducción subliminal” de Wilson Bryan, y el spot Rats subliminal message (así puede ser buscado en youtube) que fue usado por la campaña de G. W. Bush en el año 2000. El primero fue duramente criticado por la comunidad académica por carecer de sustento y metodología científicas. El segundo ha sido calificado más como ocurrencia que como un auténtico intento subliminal; juzgue usted.
Lo que sí se puede asegurar es que en el mundo de la consultoría política existe un consenso de qué es el Marketing Político. Una manera de entenderlo es como una metodología que busca persuadir en el comportamiento del elector. Esta metodología se basa, primero, en una investigación (cuantitativa y cualitativa, preferentemente), luego se crea la estrategia, se implementa y por último se evalúa su éxito para volver al comienzo, todo en un círculo metodológico.
Nótese que la palabra clave es persuadir, no manipular. La diferencia radica en que el primero parte del supuesto que el elector es un ente con capacidad de decisión propia, mientras que el segundo le quita esta característica y lo considera casi un títere. En el Marketing Político se busca generar y transmitir estímulos y mensajes, con base en una investigación previa, que influyan en la decisión de los electores (ojo: no necesariamente se busca que voten por un candidato en específico).
Entendido así, el Marketing Político no sólo son técnicas, ni es acerca de manipulación; es una metodología que busca la persuación, y que sí cuenta con técnicas probadas, como la necesidad de constancia y coherencia del mensaje.
Que quede claro: no existen recetas mágicas y únicas para ganar elecciones, ni para manipular a los ciudadanos. Lo más cercano son principios básicos de comunicación, elementos mínimos si se quiere, pero sólo estos no ganan elecciones, ni se les pueden llamar Marketing Político.
Jorge Parada
Consultor Jr. en Acciones Estratégicas