Por: @andreseliascom
¿Realmente las redes sociales provocaron que Barack Obama gane las elecciones del 2008 en EEUU? Si esto fuera cierto, ¿Qué significa para el futuro de las campañas electorales este suceso?
En general, los intentos por explicar que el buen uso de las redes sociales no fueron determinantes para el triunfo de Barack Obama resultan inútiles. Todavía resulta tedioso tener que explicar este hecho concreto a muchos analistas que ven las redes sociales desde una lógica soteriológica.
Alguna vez leí de Naomi Klein que las marcas poseen aspiraciones utópicas. Lo mismo, equivaldría a decir de los asesores políticos que piensan que las redes sociales ganan elecciones. Las redes sociales ayudan a difundir el mensaje del candidato, ayudan a trasladar simpatías en votos, ayudan a acercar al político con las personas. Pero las Redes Sociales por si solas, no están preparadas para ganar elecciones.
No obstante, las redes se han convertido en una poderosa herramienta para persuadir al votante a que simpatice con determinado candidato. Nos ayudan a movilizar electorado. Nos sirven para captar voluntarios y establecer comunidades. Favorecen la comunicación entre nuestros simpatizantes y hasta ayudan al político en campañas negras.
¿Pero, por qué si las redes sociales no ganan elecciones, en México el fenómeno Kumamoto causó revuelo por su exclusivo uso de esos medios digitales? El fenómeno de Pedo Kumamoto de 25 años, actual congresista independiente por el Estado de Jalisco en México alcanzó notoriedad internacional por su uso casi exclusivo uso de las redes sociales. De hecho fue una de las campañas más austeras de la historia de México.
En la superficie parece que esto fuera cierto. Kumamoto ha tenido una asombrosa conjunción de circunstancias. Primero la desafección política que vive México. Luego la pérdida de credibilidad de los partidos políticos tradicionales como el PRI, PAN y PRD. Al final, una ley que permitía a ciudadanos mexicanos lanzarse a cargos de elección popular como independientes.
Sin embargo, no solo se trata de una serie de incidentes no relacionados. Más bien lo que sucede es que se encausó efectivamente en Kumamoto, un deseo generalizado de la sociedad por castigar a los políticos con bases partidistas y apoyar a los independientes para hacer política más ciudadana.
Es famoso que James Carville, hace más de dos décadas pegó un cartel en el Headquarters de la campaña de Bill Clinton con tres puntos escritos:
1.- Cambio vs más de lo mismo
2.- La economía, estúpido
3.-No olvidar el sistema de salud
A él le preocupaba un poco que George H. W. Bush tenía una considerable ventaja sobre su cliente y decidió pegar ese cartel a modo de recordatorio interno. Algunos de nosotros si nos preocupamos mucho cuando nuestro candidato corre en desventaja. Sin embargo, al igual que en el caso de Pedro, no solo basta tener un convincente uso de redes sociales para ganar elecciones. Y aprovecho para reafirmar mi creencia en el sentido de que al fenómeno KUMAMOTO no se le debe atribuir exclusivamente el uso de la tecnología informática, sino también al excelente desempeño de su equipo en la tecnología política.
Claro que el auge de las redes sociales en la política está por comenzar en México y en gran parte de América Latina, esta burbuja en la que los candidatos van apostar todas sus armas de aquí a cinco años puede dar lugar a una nueva generación de vendedores de humo. Pero, también a una generación de estrategas digitales profesionales que sabrán guiar a su cliente en un terreno en el que no saben hablarle a su público.
La historia del uso de redes sociales en la política recién comienza. Las crisis económicas en diversas partes del mundo y la democratización de Internet pedirán a gritos campañas exclusivamente basadas en redes sociales. Pero, eso no excluye que el candidato siga haciendo, como Kumamoto, su trabajo de a pie, recorriendo, visitando, saludando, abrazando niños y besando ancianas. No nos gusta reconocerlo pero aunque las redes sociales no ganan elecciones hacen que esos besos y abrazos se vuelvan virales.